domingo, 24 de marzo de 2013

LUGARES ABANDONADOS. Víctimas de la fiebre del oro.


.

Eureka, ghost town.

Volvemos hoy a pasear por el árido oeste americano en busca de algún pueblo abandonado. Caminando por la estatal 6, en Utah,  nos topamos con Eureka, una población que llegó a estar entre las diez más grandes del estado y que hoy languidece olvidada y reseca, custodiando las viejas minas que un día fueron fuente de su esplendor.

Eureka forma parte del distrito minero de Tintic, está a unas setenta millas al suroeste de Salt Lake City, en el condado de Juab, Utah. En 1869 se encuentran minas de oro y plata en la zona y se levanta el primer campamento minero que en 1899 se convierte en población. A principios del siglo XX Eureka alcanza su máximo apogeo convirtiéndose, con cuatro explotaciones mineras, en el centro financiero de la zona. En 1920, con casi 4000 habitantes, el pueblo disfruta de todos los lujos de la prosperidad minera; una escuela, tiendas, salones, bares, un palacio de justicia, varias iglesias e incluso dos líneas de ferrocarril, la de la Union Pacific (1889) y la Denver Rio Grande Western (1891).

sábado, 23 de marzo de 2013

Edificios míticos abandonados. El United Artists Theater de Detroit.


45

The End

En los años veinte del siglo pasado el cine comenzó a abrirse hueco en las grandes ciudades americanas, muchos teatros modificaron sus carteleras para comenzar a proyectar las primeras producciones en blanco y negro y muchos edificios se construyeron para albergar fantásticos y monumentales cines. Este es el caso del edificio que os muestro hoy, el United Artists Theater (Teatro de la unión de artistas). El nombre se debe a sus creadores, una asociación de artistas relacionados con el mundo del cine en la que se encontraban nombres como Maria Pickford, Douglas Fairbanks y Charlie Chaplin, entre otros.01
Este fue el “Palacio de la película” (como se denominaba en aquellos tiempos) número 17 de esta asociación y la construcción fue llevada a cabo por el arquitecto C.Howard Crane, que ya se había hecho cargo de proyectos similares en Los Ángeles y Chicago.
El edificio se construyó en la calle Bagley, en el centro de Detroit, junto al Parque del Gran Circo, donde se concentraba toda la oferta cultural de la ciudad. Howard optó por un estilo atrevido en aquella época realizando una extraña mezcla de arte gótico español, con altos techos y paredes recubiertas con grandes espejos. Dos amplios vestíbulos repletos de ornamentos y figuras indias daban la bienvenida a la enorme sala abovedada, con capacidad para 2070 butacas. Para rentabilizar más el proyecto, sobre el Teatro se construyó un edificio de oficinas de 13 plantas. Sobre la enorme marquesina de luces de neón del teatro, una planta de elegantes arcos separaba a este de las oficinas comerciales.